La mochila ideal es aquélla que descansa y se adapta a la curva que forman las vértebras torácicas de la columna vertebral, es de materiales firmes pero flexibles, con bolsillo para distribuir el peso uniformemente, cuidando que su parte baja, al usarla, quede unos centímetros por encima de la cintura del niño.
Se debe tener en cuenta las particularidades de cada niño, si es un niño obeso, si es atlético, si presenta patologías de la columna.
El peso de la mochila “llena” NO debe superar el 10% del peso corporal del niño. Ej: En un niño de 30 kg, el peso máximo que podría cargar es de 3 kg. Ayúdalo a limitar el peso, poniendo lo estrictamente necesario para ese día.
El transporte de la mochila debe estar apoyado en ambos hombros para distribuir mejor el peso y evitar el desnivel de hombros. Hacer uso de los dos tirantes. Si usamos un tirante se produce asimetría en la carga, se levanta un hombro y se flexiona lateralmente la columna. Es mejor ajustar los tirantes de manera que la mochila quede a la altura de la zona media o alta de la espalda. Usar los tirantes transversales para distribuir mejor el esfuerzo.
Debe tener cintas anchas y acolchadas.
Organizar los útiles de tal manera que los más pesados queden contra la espalda.
Para levantar la mochila del suelo tengo que flexionar las rodillas. Oriente a los niños en la técnica adecuada para levantarla. Si está muy cargada, utilizar ambas manos doblando las rodillas y agacharse para levantarla.
No es recomendable el uso de mochilas cruzadas.
Los carritos se debe transportar llevándolos por delante y no arrastrándolos, en caso de que el niño lo lleve arrastrando enseñarle que lo haga un trecho de un lado y uno del otro.
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